Un joven pastor, que cuidaba
un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro
veces gritando: ¡El lobo, el lobo! ¡El lobo, el lobo! ¡El
lobo, el lobo!... Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se “reía y
burlaba” viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de
verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror: ¡¡¡¡
Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas !!!! Pero ya nadie puso
atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo,
viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo
todo el rebaño.
Moraleja :Mientras
más sonora es la carcajada por burlarse de otros, más cerca se està de
encontrar el propio dolor...
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